Crema
La crema de maicena dura 40 años...
Pocos placeres se comparan con el aroma de unos bollos recién horneados llenando la cocina. Los Bollos Rellenos de Crema de Requesón son una exquisita fusión entre panadería y repostería: suaves, aireados y con un relleno cremoso que se derrite al primer bocado. Esta receta clásica, muy apreciada tanto en Europa Central como en América Latina, conquista por su sencillez y su sabor delicadamente equilibrado entre lo dulce y lo lácteo.
La masa esponjosa envuelve un corazón de requesón ligeramente endulzado que se hornea hasta alcanzar un dorado tentador. Ideales para acompañar un desayuno, disfrutar en la merienda o servir como postre, estos bollos son el ejemplo perfecto de cómo la paciencia y el cariño en la cocina se transforman en resultados memorables.
A continuación, descubrirás cómo prepararlos paso a paso, con consejos para lograr una textura perfecta y un relleno suave, digno de una panadería artesanal.
Comienza por el relleno para que pueda enfriarse antes de usar. Mezcla el requesón con el azúcar hasta obtener una pasta lisa. Si notas grumos, pásalo por un colador o licúalo brevemente.
En un pequeño recipiente, disuelve la maicena en la leche y reserva. En otro, bate la yema de huevo. Incorpora esta yema y la mezcla de maicena al requesón, junto con la crema agria. Remueve hasta conseguir una crema uniforme.
Por último, bate la clara a punto de nieve suave e incorpórala con movimientos envolventes. Cocina la mezcla a fuego bajo durante unos 8–10 minutos, removiendo sin parar, hasta que espese como una crema pastelera. Cubre con film en contacto y deja enfriar por completo.
En un bol amplio, mezcla harina, azúcar, levadura y sal. Haz un hueco en el centro y añade la leche tibia, el aceite y el huevo batido. Integra desde el centro hacia afuera hasta obtener una masa homogénea.
Pásala a una superficie ligeramente enharinada y amasa durante unos 10–15 minutos. La textura debe volverse suave, elástica y apenas pegajosa. Si está muy seca, humedece tus manos; si se pega demasiado, espolvorea un poco más de harina.
Forma una bola con la masa, colócala en un bol engrasado y cúbrela con un paño limpio. Déjala reposar en un lugar cálido durante 1 hora, o hasta que doble su tamaño.
Una vez fermentada, presiona la masa para eliminar el exceso de aire. Divide en 10–12 porciones de unos 70–80 g cada una y forma bolitas lisas.
Aplana cada porción con las manos o un rodillo hasta obtener un círculo de unos 12 cm. Coloca una o dos cucharadas del relleno frío en el centro y cierra los bordes hacia adentro, sellando con firmeza. Coloca los bollos con el pliegue hacia abajo sobre una bandeja con papel de hornear.
Deja reposar los bollos tapados durante 15–20 minutos mientras precalientas el horno a 180°C. Pincélalos con huevo batido o leche para darles un acabado brillante y hornea de 20 a 25 minutos, hasta que estén dorados y suenen huecos al golpearlos suavemente por debajo.
Estos bollos se disfrutan mejor el mismo día, ligeramente tibios o a temperatura ambiente. Son perfectos con un café con leche, una taza de té o un chocolate caliente.
Para el desayuno, puedes acompañarlos con mermelada o miel. También son ideales para meriendas, picnics o reuniones familiares, ya que se transportan fácilmente y se comen sin complicaciones.
Valor nutricional (por bollo):
¿Puedo congelarlos?
Sí. Puedes congelarlos antes o después de hornear. Si los congelas crudos, hornéalos directamente sin descongelar, aumentando 5–7 minutos el tiempo. Si ya están horneados, durarán hasta 2 meses en el congelador.
¿Qué puedo usar si no tengo requesón?
Sustituye por queso cottage procesado o por queso crema mezclado con yogur natural.
¿Por qué no subió la masa?
Puede deberse a una levadura caducada, leche demasiado caliente o un ambiente frío. Verifica siempre la fecha y la temperatura de fermentación.
¿Qué textura debe tener el relleno?
Debe ser espeso, similar a una crema pastelera, lo bastante firme para mantener su forma al rellenar.
Los Bollos Rellenos de Crema de Requesón son un homenaje a la repostería casera: una combinación perfecta entre una masa suave y un relleno cremoso que despierta los sentidos. Aunque su preparación requiere tiempo y mimo, el resultado compensa con creces: una hornada de bollos dorados, aromáticos y llenos de sabor tradicional.
Cada bocado es un recordatorio del placer de hornear en casa, de compartir algo hecho con las propias manos y de disfrutar los pequeños rituales que traen calidez al hogar. Una receta que, sin duda, se ganará un lugar especial en tu recetario familiar.
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