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La varicela-zóster es una infección viral causada por el virus varicela-zóster (VVZ), un miembro de la familia de los herpesvirus. Esta infección se manifiesta de dos formas principales: la varicela, que suele ser la primera infección durante la infancia, y el herpes zóster, que ocurre cuando el virus se reactiva años después.
La varicela es altamente contagiosa y se transmite por contacto directo con las lesiones cutáneas o a través de gotículas respiratorias cuando una persona infectada tose o estornuda. Una vez que alguien contrae la varicela, el virus permanece latente en el sistema nervioso y puede reactivarse en la adultez como herpes zóster, especialmente cuando el sistema inmunológico se debilita.
La varicela se caracteriza por la aparición de erupciones cutáneas con ampollas, picazón intensa, fiebre, fatiga y dolor de cabeza. Las ampollas suelen comenzar en el torso y se extienden a la cara y extremidades. El período de incubación varía entre 10 y 21 días, y los síntomas suelen durar de 5 a 10 días.
Por otro lado, el herpes zóster se manifiesta como una erupción dolorosa a lo largo de un dermatoma, acompañada de ardor y sensibilidad en la piel. Esta forma de reactivación es más común en personas mayores de 50 años y en quienes tienen el sistema inmunológico comprometido.
Aunque la varicela es generalmente leve en los niños, puede causar complicaciones graves como infecciones bacterianas de la piel, neumonía y encefalitis, especialmente en adultos, bebés y personas inmunodeprimidas. El herpes zóster puede provocar neuralgia posherpética, un dolor persistente en el área afectada incluso después de que la erupción desaparece.
La forma más efectiva de prevenir la infección es mediante la vacunación. La vacuna contra la varicela se administra en dos dosis durante la infancia, mientras que una vacuna específica para el herpes zóster está recomendada para adultos mayores. En casos de infección activa, los antivirales como el aciclovir pueden ayudar a reducir la duración y gravedad de los síntomas. Además, se recomienda mantener una higiene adecuada y evitar el contacto con personas infectadas.
En conclusión, la varicela-zóster es una infección prevenible mediante la vacunación, y el tratamiento temprano es clave para minimizar las complicaciones.
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