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La idea de que el alma permanece en el cuerpo durante tres días después de la muerte es una creencia antigua, presente en distintas culturas y religiones. Algunas tradiciones espirituales afirman que durante este tiempo, el alma se adapta a su partida, observa lo que sucede a su alrededor y se despide de sus seres queridos. Pero, ¿qué dice la ciencia sobre esto? ¿Existe alguna evidencia de conciencia después de la muerte?
A continuación, exploramos tanto la perspectiva espiritual como los hallazgos científicos más recientes sobre lo que sucede en los momentos posteriores al fallecimiento.
Muchas tradiciones sostienen que el alma necesita un período de transición para desprenderse completamente del cuerpo físico:
Estas interpretaciones, aunque simbólicas, tienen un punto en común: el alma necesita tiempo para desprenderse y aceptar su nuevo estado.
La ciencia no puede hablar del “alma” como entidad espiritual, pero sí ha comenzado a estudiar lo que ocurre con la conciencia y la actividad cerebral tras el paro cardíaco. Lo que han descubierto es sorprendente:
Estudios recientes han demostrado que algunas personas que han sufrido un paro cardíaco y fueron reanimadas recuerdan con claridad lo que ocurrió durante esos minutos. Relatan ver su cuerpo desde fuera, escuchar voces o sentir una gran paz. La ciencia ha comenzado a referirse a esto como experiencias cercanas a la muerte (ECM).
En investigaciones realizadas en hospitales, se han detectado destellos de actividad cerebral incluso minutos después del cese del latido. Esto indica que la conciencia, o al menos algún tipo de percepción, podría mantenerse más allá del punto en el que se considera clínicamente muerta a una persona.
Un estudio de 2023 publicado en Resuscitation analizó casos de paro cardíaco y concluyó que, en algunos pacientes, se registró una «firma cerebral asociada a la percepción consciente», lo que sugiere que algo sucede en el cerebro que aún no se comprende completamente.
Aunque la ciencia no puede afirmar que exista un “alma”, los hallazgos mencionados permiten reflexionar sobre la posibilidad de que la conciencia no se apague de inmediato. Esto encaja, de forma simbólica, con la creencia de que el alma necesita un tiempo para partir.
La idea de los 3 días podría interpretarse como un marco cultural o espiritual que expresa un proceso real, aún desconocido, de desconexión entre el cuerpo y la conciencia.
La creencia de que el alma tarda 3 días en irse forma parte de una sabiduría ancestral que intenta dar sentido a lo que ocurre después de la muerte. La ciencia, por su parte, empieza a descubrir que la conciencia humana es mucho más compleja de lo que se pensaba, y que quizás no desaparece al instante.
Aunque aún no existen respuestas definitivas, el diálogo entre la espiritualidad y la ciencia sigue abierto. Ambos caminos, lejos de contradecirse, podrían estar observando el mismo fenómeno desde perspectivas diferentes.
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